Ya dejamos atrás las vacaciones del verano. Pero nuestra
clase tiene un olor a piscina, mar, pueblo, fiesta… porque nuestros niños y
niñas comparten todas sus aventuras, experiencias, viajes…
Nuestros niños y niñas han aprendido a descubrir nuevos paisajes, degustar nuevos sabores, conocer nuevos amigos, dormir en habitaciones diferentes, viajar largas horas…
Nuestro reto divertido, ameno, fácil, entretenido… ¡contar a los demás lo que hice el último verano!
Martín Olaso nos contó:
Vega nos explicó:
Candela nos contó:
Nando nos dijo:
Sergio así nos contó:
Adrián así nos lo explicó:
Chlóe todo esto nos contó:
Noa esto nos dijo:
Arturo así se explicó:
Paula Martínez esto nos dijo:
Marc así se explicó:
Nayra nos contó:
Luca nos dijo:
Marc nos trajo unas fotos:
Dylan nos habló:
Ángel nos explicó:
Martín Prieto disfrutó:
Mario nos contó:
Elsa nos dijo:
Emma nos explicó:
Martina nos dijo:
Paula Antolín disfrutó:
Jorge nos contó:
¿Por qué es importante atesorar los recuerdos de la infancia?
- Ayuda a estructura la memoria y recurrir, gracias a recuerdos y fotografías, al pasado. Los recuerdos son una máquina del tiempo. Llegará el momento en que tu hijo o hija quieran saber de su infancia recordar algo hayas atesorado o guardado para compartir en familia, para mostrarlos a sus hijos, amistades o parejas, o simplemente pasar un rato agradable mirando fotos y escuchando anécdotas.
- Reafirma la identidad. Una mayor autodefinición, un sentido de pertenencia con las raíces. Lo que se recuerde puede facilitar la entrada a la adultez. Infancias felices, adultos exitosos. Los recuerdos personales definen quien es la persona.
- Para fortalecer relaciones, para recordar quienes estuvieron allí en ese momento de importancia.
- Incluso algunos recuerdos tienen el poder de cambiar el estado de ánimo. En caso de un mal día, recurrir a ese baúl de tesoros y ojear la propia vida como ejercicio de relajación y reflexión.
¡PAPÁ, MAMÁ, GRACIAS POR AYUDARME A CRECER!